Por: Lauro López-Sánchez M.
Sobreestimar la mayoría de los argumentos contra el libre mercado es una falta de creencia en la libertad misma.
― Milton Friedman
No es coincidencia que el director Panos Cosmatos sitúa el año de 1983, como la fecha precisa para presentarnos una poderosa épica fílmica y revelarnos un accidente cósmico; será una genealogía entorno a los dispositivos de control e ingeniería social que se consolidarán en las siguientes décadas. En la primera secuencia Red Miller (Nicolas Cage) después de una jornada de trabajo, escucha en la radio un discurso del presidente Ronald Reagan en el que llama al “gran despertar espiritual americano” y a la renovación de los valores, que son “el fundamento de la bondad y grandeza americana”. Era evidente que el discurso de Reagan y su administración planteaban un claro sentido fundacional, en aras de consolidar una política financiera a través del neoliberalismo, evocando simultáneamente un gran despertar religioso. Actualizaron el protestantismo fundador, bajo un recambio en las lógicas financieras, erigiendo una nueva ortodoxia fundamentalista, donde la economía abrazará a la religión. Esta tóxica ortodoxia pronunciada como sentencia de muerte, será el eje de la película, avizorando y situando un centro entre dos fuerzas antagónicas.
Influx
La Negación debe ser destruida para redimir a los contrarios.
La Negación es el Espectro, el poder razonante en el Hombre:
Éste es un cuerpo falso, una Incrustación sobre mi Espíritu
Inmortal, un Yo del que siempre es preciso evadirse y al que hay que aniquilar.
— William Blake, Milton.
Mandy y Red viven en una cabaña al interior del bosque, han encontrado una vida equilibrada entre sus labores y el contacto directo con la naturaleza. Red es un leñador sencillo, fuerte y reservado (posiblemente con un duro pasado). Mandy, es una artista que se mantiene en contacto con fuerzas primigenias; sus dibujos evocan un tiempo anterior dotado de exuberancia. En su tiempo libre Mandy, lee un libro que narra la búsqueda de una piedra verde llamada “el ojo de la serpiente”, la cual posee el poder de visión para ver las fuerzas ancestrales de la materia (la antigua sabiduría). Inesperadamente y bajo la calma idílica, Mandy comienza a ser advertida a través de símbolos premonitorios de lo que pronto sucederá. Todos designan la súbita muerte de animales indefensos, por una fuerza violenta y desconocida.
El entorno se irá enturbiando hasta el encuentro casual entre Mandy y un grupo o comuna de “pseudo hippies” que circulan dentro de una van sobre un estrecha arboleda cerca de su casa. Sin embargo, el verdadero cruce será entre el líder de esta secta y Mandy: Jeremiah Sand. Será el punto de inflexión donde la colisión cósmica iniciará una áspera épica.
La Farsa Cósmica
El psicópata se ahoga donde el místico nada… tú te ahogas, yo nado.
Red Miller a Jeremiah Sand.
El personaje de Jeremiah está cargado de un simbolismo ocultista; es evidente que el director lo delineó, bajo el claro entendimiento de su significado y sus implicaciones. El director presenta a Jeremiah como una figura cercana al Demiurgo en la tradición Gnóstica y cercano a la figura de Tiriel, espíritu dominador y tiránico en William Blake. Jermiah Sand es un representante del demiurgo o su encarnación. En algunos de los evangelios gnósticos, nos relatan sobre un falso dios que había creado una imperfecta réplica de la creación, una falsa realidad motivada por una profunda frustración; provocando el dolor y el sufrimiento terrenal.
Siendo Jeremiah Sand un falso mesías, su personificación es la de un manipulador nato que emplea la mentira, la trampa y el abuso para erigir su figura, un fantoche que aparentemente maneja el amor al prójimo con métodos coercitivos, manipulación y violencia, pero se fundamenta en la “razón religiosa” “el llamado divino”. Al capturar a Mandy por la fuerza, le confiesa que antes de ser el líder de la secta, llamada “los Niños del Nuevo Amanecer” era un cantante folk y que su obra musical no fue entendida en los setenta, siendo una mediocre copia melosa. A pesar de su fútil vulgaridad, posee un poder que se ejemplifica poseyendo el cuerno de Abraxas (el poder de llamar a los Black Skulls).
Blindado de ortodoxia, el giro neoliberal desatará las fuerzas del mercado bajo el cálculo racional: la razón al servicio de la razón. Toda la naturaleza y sus recursos serán entendidos bajo una abstracción planificadora, dispuesta como un gran plan economicista implacable. Esta totalidad abarcante, erigida desde un fundamento cuasi religioso, será desastroso especialmente en países de tercer mundo, como México, Colombia y Brasil donde las reservas energéticas serán el botín en disputa en aras de una incipiente privatización. El libre mercado traerá consigo un ejército de mercenarios llevando a cabo el silencioso despojo y la explotación. Promoviendo y multiplicando franquicias de la violencia; llámense mercenarios, paramilitares, sicarios y carteles de la droga. Un conjunto donde el peor sadismo y vileza se encuentran para erigir la maldad absoluta al servicio de la “razón economista”. Esta maldad en el film, es retratada acertadamente por los abominables personajes de los “Black Skulls” al servicio de Jeremiah Sand. Envilecidos de maldad, son presentados como demonios surgidos de una oscura dimensión, la sorpresa es que son humanos despojados de toda noción de persona. Los Black Skulls son máquinas de destrucción que propagan una continua profanación criminal, imponiendo el horror en aras del capital.
Adentrándonos un poco más en el séquito de Jeremiah Sand, el director no deja duda alguna sobre quienes conforman y qué representa cada miembro de la hermandad, de los cuales Jeremiah Sand se nutre. El Hermano Swan es la ejecución, el empresario, el que lleva a cabo los planes. Mother Marlene, la seducción, el Hermano Klopek, la fuerza y la milicia. El Hermano Hanker la imbecilidad y la ceguera, la Hermana Lucy, la inocencia robada y el Hermano Lewis la frivolidad y la glotonería. Otro de los aspectos centrales en torno a la secta de los Niños del Nuevo Amanecer, es el uso del LSD y sus derivados que emplean para someter y quebrar la voluntad de Mandy. En esta escena se deja al descubierto asuntos muy reveladores en torno a los movimientos contraculturales y el hipismo, como programas secretos surgidos desde el poder. Después de que le aplican las drogas contra su voluntad, Mandy drogada es presentada a Jeremiah, quien ataviado en un ridículo traje ceremonial, le explica acerca de su bondad y su vívida cercanía con Dios, le confiesa que desde que la vio, escuchó su llamado para unirse al él… ya que ambos son muy “especiales”. Pero el propósito real es llanamente abusar sexualmente de Mandy, empleando la humillación y el secuestro.
Todo su delirio psicótico se manifiesta en los discursos encontrados y contradictorios, que acaban por desenmascarar en su charlatanería. Pero sobre todo, cuando menciona que todas sus acciones están justificadas y perdonadas por “derecho” o “razón divina”, erigiendo una auto-legitimación de “de jure y de facto”. Las burlas y risas de Mandy desvelaran la mentira cósmica, significando para ella su destrucción y sacrificio.
Él me honró con su luz, su cálida, amorosa luz. Ondeaba sobre mí como un pulso atemporal, una ola de calor puro. Una vía total de pura aceptación. Habló conmigo, dirigiéndose a mí como un amigo…y me dijo: “Jeremiah, ellos estaban equivocados, tú estás bien”. Y me bendijo con su beso santo. Me dijo: “tú no estás separado de todo lo que está a tu alrededor” “ Entonces, todo lo que es, es tuyo” Y me dió, su profundo y cálido permiso para salir al mundo y tomar lo que es muy mío. ¡Todo! ¡Mío! Mis deseos, mis necesidades, mis placeres.
Jeremiah Sand a Mandy
Al director Panos Cosmatos le es necesario recurrir al poder de envisionamiento que provee el cine, para mostrarnos el vínculo omiso que existe entre la aplicación de la “razón política” y “la razón religiosa” contemporánea en discursos acorazados, inamovibles que se auto legitiman y los cuales derivan o se exponen en una ingeniería social. Como lo dije anteriormente, el personaje de Jeremiah Sand encierra un concatenado de prácticas al interior del poder, es un modelo de las Psy-Op (Psycological Operations) que diseñaron las agencias secretas americanas. Es cada vez más sabido que varios de los movimientos contraculturales fueron gestados y orquestados desde estas agencias, principalmente a través del uso y distribución libre de drogas como el LSD. El libro de Dave McGowan: Weird Scenes Inside the Canyon: Laurel Canyon, Covert Ops & the Dark Heart of the Hippie Dream, nos plantea como la contracultura californiana fue una ficción en aras de moldear las conciencias a través de una” alteridad” una “ subjetividad bucólica” que suponía una resistencia social.
Uno de los aspectos cruciales que toca el libro, es como varias bandas de rock se gestaron en una área en California llamada Laurel Canyon, muy cercana a una base militar antiaérea en la costa oeste que operaba en la segunda guerra mundial y que después fue transformada en un gran estudio de películas de Hollywood. Todo parece indicar que esta escena artística musical apareció de la nada, como una puesta en escena, a manera de estrategia, para enganchar a muchos jóvenes, pero sobre todo penetrar en los verdaderos movimientos sociales anti-establishment, para después ser infiltrados. Junto con esto, se multiplicaron numerosas sectas pseudo religiosas y falsos mesianismos donde corría libremente la droga. Una amplia red rizomática se fue expandiendo, entremezclando el hipismo, yoghismo y new age, para cooptar los verdaderos movimientos radicales y frenar liderazgos reales, desestabilizadores simpatizantes del marxismo.
Hoy presenciamos una reingeniería social digital, efectuándose en las redes sociales, sumamente eficaz que en la mayor de las veces, desarticula todo poder disruptivo real con antelación. El poder de la pantalla y su conectividad sugieren una realidad tan liberada, correlativa al flujo del capital, que anula compromisos reales y acciones concretas, su hyper flujo nos mantiene estructurados sin darnos cuenta, porque estamos adheridos a ella (datos y vida personal se comparten). Es notorio que hoy los agentes de la verdad sean “entertainers” siendo no muy distintos entre los actuales y los de la contracultura sesentera, sólo se han diseminado y multiplicado, ahora como mini líderes de opinión, influencers, Ted Talkers, blogs, festivales de música, etc… a través de distintas plataformas como Facebook, YouTube, Instagram etc.. Todo organizado por la tecnología del marketing que mide con precisión los alcances de venta. Espacios que celebran la “diversidad” ordenados y organizados por segmentos de perfiles y simpatías de los participantes o “usuarios”: clientes y consumidores en potencia. En suma, espacios estriados digitales, divididos por algoritmos que identifican y aglomeran grandes conjuntos de datos. (datos personales)
La paradoja actual, es que esta aparente libertad paradisiaca que experimentamos en las redes, contrasta con el avance de grupos evangélicos, fanáticos religiosos que aumentan día a día; aliados de la ultraderecha, pertrechados en discursos reaccionarios de mesianismos delirantes. El opuesto equidistante al simpatizante de causas progresistas. Sin embargo, ambos son las dos caras de la misma moneda. Tanto el marketing corporativo, como el marketing político (hoy en estrecha relación) son los principales beneficiados, ya que interminablemente se alimentan del poder de la información (big data) de los ciudadanos, para ejercer así planes y agendas que el propio ciudadano desconoce realmente.
No es coincidencia que muchos programadores y diseñadores de la informática se gestaron en San Francisco, en un contexto holístico.
Caruthers: ¿Qué vas a cazar?
Red Miller: ¡ La MALDAD ENFERMA!
Se equivocan los que interpretan la película como una burda venganza. El personaje de Red no busca tanto una ciega venganza como reivindicar, preservar a Mandy como el vínculo primordial que se ha roto, aquel que ha sido desmembrado por el cálculo neoliberal, donde todo lo viviente representa un número por restar o por sumar. Para el director Cosmatos, el centro de la épica es Mandy, ya que en ella se encuentra la visión, aquella que ve una espiritualidad total que intercambia su propia energía, aquella que no responde a un cómputo racional u organización fija, sino que asume una materia espiritual que aloja en su interior posiciones encontradas y que permiten rebelarse entre sí. El ojo de la serpiente, es la esmeralda verde que se describe en el libro de Mandy, es el propósito de la batalla que dará Red: recuperar la visión.
Al final de la película en una escena animada, vemos como Mandy extrae la esmeralda dentro del cuerpo de una bestia herida de muerte; la bestia representa las fuerzas que empoderan a los falsos mesías y toda ortodoxia política y financiera que se ve así como la propia LEY. Aquella que busca encadenar toda la vida y la materia a su servicio. Aquella ley opresora que William Blake advertía desde 1790: “Una misma Ley para el león y el buey es opresión”